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Pico de contagios de coronavirus: ¿es momento de abrir bares o de cuidar la salud?

por Redacción 02.09.20

La pandemia sigue evidenciando las abismales diferencias entre dos proyectos de país muy distintos.
La apertura de bares y espacios recreativos en la ciudad de Buenos Aires en medio de un índice de más de 400.000 mil infectados, da cuentas de que para el macrismo, al parecer, el límite no es la muerte.

Desde el comienzo de la emergencia sanitaria en nuestro país se observa una nueva “grieta” en cuanto al rol del Estado en el abordaje de la pandemia de coronavirus. El gobierno nacional impulsa una política sanitaria basada en la prevención de la circulación masiva del virus para lo cual la aplicación de una cuarentena temprana fue fundamental. Mientras, el macrismo elige oponerse a las medidas de aislamiento y desestimar la gravedad de la situación.

En abril los contagios se focalizaron en CABA por ser uno de los distritos con más ciudadanos que habían viajado al exterior y volvían de sus vacaciones en Europa o Asia, en ese entonces epicentro de la pandemia. Ante el desconocimiento de la enfermedad y con una alta cuota de individualismo, los recién llegados se encontraban con familiares y amigos sin ningún tipo de cuidado y propiciaron el inicio de la circulación comunitaria del virus.
Pronto, los contagios llegaron a los sectores más humildes de la ciudad y del conurbano bonaerense. La circulación entre un distrito y otro es total, porque la mayoría de los trabajadores de CABA, viven en la provincia.

Con el transcurso de los meses la pandemia puso de relieve las verdaderas políticas públicas del macrismo. En la Ciudada de Buenos Aires, cuando los casos llegaron a las villas, fue muy notoria la falta de abordaje en políticas sanitarias en comparación con las medidas implementadas en los barrios de Palermo, Recoleta, Villa Urquiza.
El colectivo Garganta Poderosa visibilizó la realidad que atravesaba la Villa 1-11-1, en donde los vecinos no tenían luz para cumplir con el protocolo sanitario básico (lavado de manos e higiene personal).
Este conflicto se perpetuó durante semanas, mientras los casos de personas infectadas se duplicaban.
Un mes más tarde se dio un brote de contagios en Villa Azul, localidad bonaerense de Quilmes. Allí el abordaje fue muy diferente. Las políticas públicas aplicadas por el municipio en conjunto con el gobierno provincial de Axel Kicillof, permitieron controlar la situación al mismo tiempo que se implementaron medidas para garantizar los derechos de los vecinos durante el aislamiento del barrio. Políticas públicas y acompañamiento en un momento tan complejo.

A muy poco de haber comenzado el aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el presidente Alberto Fernández, el macrismo comenzó a instalar mediáticamente la idea de que la cuarentena no servía, de que coartaba las libertades individuales y que era autoritario, un discurso que tenía como único fin desacreditar las medidas de cuidado implementadas por el gobierno nacional.
Un aluvión de funcionarios y actores mediáticos se pasearon por canales de televisión, radios y diarios reforzando esta idea y abonando a la supuesta dicotomía entre la salud y la economía, acusando al gobierno nacional de descuidar la economía al suspender las actividades comerciales y productivas. Nadie tiene dudas, aunque la sociedad le digan otra cosa, de que el objetivo es bajar la circulación para disminuir la propagación del virus y así preservar la salud de los argentinos.

Con consignas que promueven el individualismo (los “antivacunas”, los que están a favor de la “economía” y de las “libertades individuales”) el macrismo viene llevando a cabo su agenda mediática desde hace meses. Mientras, el incremento de las muertes por covid-19 sigue en ascenso. Y el gobierno de Horaio Rodríguez Larreta tiene un rol fundamental en la construcción y el aval de este tipo de relatos de extrema derecha.
Una de las estrategias que viene utilizando el oficialismo para desarmar estas falacias es la “buena relación” con su oponente político, Larreta. Fernández lo sentó en todas sus conferencias de prensa, exceptuando la última, que fue realizada por video y sin ningún otro mandatario presente. Esta acción significó durante algunos meses que el adversario político acataba las medidas impulsadas por el gobierno nacional para abordar la pandemia.
Sin embargo, Larreta nunca dejó de abonar a la falsa oposición entre salud o economía. Permitió que se realicen tres marchas “anticuarentrena” sin ningún tipo de control policial, e incluso cuando hubo disturbios y actos de violencia hacia trabajadores de prensa no intervino para evitarlo. Una semana después reprimió a quienes se manifestaban en un nuevo aniversario de la desaparición y posterior muerte de Santiago Maldonado en 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri.

La síntesis podría resumirse en afirmar que Larreta es Macri siempre. El período de pandemia no es la excepción. El jefe de Gobierno porteño responde a poderes concentrados que no entienden de prioridades epidemiológicas ni sanitarias, a los cuales no les interesa conocer cúal es la realidad de millones de familias de bajos recursos. Piensa la palabra ”economía” como referencia a complacer a sectores empresariales con los que sostiene vínculos políticos también, y que en este momento necesitan “volver a recaudar” sin importar la salud en un contexto de pandemia mundial.
Por eso, desde el sábado en la ciudad de Buenos Aires los bares ya están abiertos, las plazas están pobladas de porteños que salen de paseo o a hacer ejercicio, y los restaurantes ya están preparados para recibir clientes cualquier día de la semana.

Hace algunos días, presionado por los gremios y sindicatos docentes, el Jefe de Gabinete porteño debió dar señales de que se acordaba de los más de 4 mil chicos que aún no tuvieron ningún acercamiento con la comunidad educativa. Ahora, a más de cuatro meses, evalúa tomar medidas para resolver el problema de la conectividad. Por eso, presentó un fallido protocolo para que los sectores más populares vuelvan a las clases.
El proyecto fue rechazado de plano por el gobierno nacional, quien en su lugar le remarcó al gobierno porteño que se ocupe de la entrega de dispositivos para resolver el problema desde la política y la gestión.
En lo que va de la pandemia, Larreta invirtió migajas en reforzar la salud y la educación pública en la Ciudad de Buenos Aires. Cuando hubo casos de contagios masivos, el gobierno nacional se hizo presente con el programa Detectar, y el costo político fue mucho menor.

Ahora que los bares abren, que la gente sale sin barbijo a disfrutar de sus “libertades individuales”, mientras día a día aumentan los casos y la mortalidad por el covid-19, se podrá reevaluar la cuestión de pagar los costos políticos (y sobre todo sanitatios) por decisiones que nunca dejan de ser políticas, partidarias, con nombre y apellido. Los que pregonan esta línea de acción no son anti cuarentena, no son fanáticos de las libertades individuales, no son promotores del desarrollo económico, ni defensores de los comerciantes, son macristas.
Con esa palabra, cualquier posibilidad de debate en torno a políticas implementadas para paliar la propagación del virus se vuelve más clara, más real, y sobre todo, más honesta.
Kicillof anunció severamente que no iba a “acompañar” más “aperturas”. Señaló claramente que no había lógica que explique a los trabajadores de la salud que se abrían más negocios, más locales, más espacios de esparcimiento, en medio de jornadas de dolor y agotamiento por la muerte no solo de pacientes sino también de enfermeros, médicos, personal no médico, que tiene relación directa con el virus todos los días.

Entonces, Larreta y Kicillof no sólo tienen diferencias en el abordaje de la gestión en términos de salud: representan diferentes proyectos políticos. En tiempos de pandemia se expresa cuándo para unos el Estado debe garantizar la salud de todos, y para otros el Estado debe desentenderse y dejar librados a su suerte a los ciudadanos, y ocuparse sobre todo, de garantizar que los sectores empresariales no dejen de beneficiarse, ni siquiera, con una pandemia que lleva solo en nuestro país, más de 400.000 casos confirmados al día de hoy.

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