
Soledad. El matancero midió mal a sus rivales.
Los dirigentes de La Cámpora no están furiosos con Fernando Espinoza. Tampoco con Menéndez. Como contó SOCIEDAD, Cristina se mantuvo al margen de la interna del partido. “Que se maten entre ellos”, habría dicho la ex mandataria.
Del fracaso de Espinoza salió airoso Martín Insaurralde, quien se hizo cargo de la negociación con la gobernadora María Eugenia Vidal. El lomense ofició como articulador para juntar los votos y que el presupuesto fuera aprobado sin mayores conflictos.
Con respecto al PJ, Cristina fue terminante: que se maten entre ellos
Al día siguiente, Insaurralde recibió a Vidal en Lomas. Esa semana se cerró el acuerdo entre la gobernadora y los intendentes por los fondos para sus distritos, mientras el lomense se catapultó como el nuevo interlocutor con el poder bonaerense en nombre de sus pares. Cuando llegó la elección del PJ Bonaerense, Cristina se mantuvo al margen y no impulsó a Espinoza para que extremara la presión y resultara reelecto. La ex Presidenta sabía que podía contar con el matancero: su lealtad lo llevó incluso a entregar a Florencio Randazzo el sello del partido en la última elección, en una estrategia para que Cristina fuera candidata.
Dicen en La Cámpora que Espinoza “hizo todo mal” porque se encaprichó en su candidatura. Es que, cuando vieron que Menéndez y Gray ya tenían armada una lista para competirle con el apoyo de la mayoría de sus pares, Máximo dio la orden al camporista de Moreno, Walter Festa, para que abandonara a Espinoza en la contienda. De ese modo, el matancero se quedó solo.
Espinoza resistió como pudo e intentó impugnar la lista de Menéndez, con la colaboración de Wado de Pedro y Landau. La jugada no salió bien y Espinoza anoche terminó cediendo en la pulseada y negociando un lugar para Verónica Magario, mientras él se quedó con la presidencia del congreso partidario.